Políticas

A más materiales escolares ¿más reforma?

Cuando Gabriel García Márquez escribió prolijamente la historia de los Buendía, aquella familia que estuvo condenada a vivir cien años de soledad, no imaginó que la voluminosa edición de lujo de su novela, encuadernada con pasta dura y en formato grande, iba a ser utilizada por Ernesto como una eficiente tranca para la puerta de su dormitorio, la que por alguna extraña razón tendía a cerrarse sola. Sólo años después de recibir este valioso obsequio y por motivos bastante ajenos al libro mismo, le nacería un repentina curiosidad por empezar a leerlo. En realidad, bastante parecido suele ser el destino de las cosas que recibimos sin comprender su valor ni sentir la necesidad de su uso o cuando, peor aún, las percibimos como perturbaciones a las rutinas en las que estamos cómodamente instalados.

Recordaba esta anécdota a propósito del reciente mensaje a la nación del Presidente del Perú, cuando puso como prueba de la reforma educativa que cree estar emprendiendo, el haber apoyado a 35 mil maestros en la adquisición de laptops y entregado 292 mil computadoras a estudiantes de las escuelas rurales unidocentes, así como la existencia de 1,231 puntos de televisión educativa digital en el país, que en el 2010 serán 5 mil puntos, beneficiando a 100 mil docentes y un millón 800 mil estudiantes. Impresionante.

El problema es que desde 1997 se ha venido invirtiendo mucho dinero en dotar a las escuelas de textos, bibliotecas escolares y material didáctico, sin haber logrado reunir hasta hoy evidencia alguna sobre su impacto positivo en la enseñanza y los aprendizajes. Más bien, diversas investigaciones de GRADE o el Instituto de Estudios Peruanos confirman lo que diversos recorridos por las escuelas ya habían revelado: el material no se usa. Y los pocos que lo usan lo hacen mal, sólo en parte y de manera muy subordinada a las rutinas largamente institucionalizadas de dictado y copiado. Pese a saberlo, el material se sigue repartiendo ciegamente cada año.

Pues bien, el sistema de gestión que desde entonces hace un enorme esfuerzo por distribuir regularmente estos materiales a más de 30 mil escuelas, pero que en doce años no ha sabido cómo hacer para monitorear ni provocar su uso ni para evaluar sus resultados, sigue siendo el mismo. Es decir, continúa funcionando de manera autocentrada, burocrática y no ha sido objeto de reforma alguna ¿Qué garantía tenemos, entonces, de que la historia no se repetirá con las enésimas computadoras que se entregan ritualmente a las escuelas desde 1990?

Noel McGinn, profesor emérito de la Universidad de Harvard, decía que las reformas educativas en América Latina siembran ellas mismas la semilla de su propio fracaso, debido a su estrategia. Es decir, constituyen esfuerzos por reconfigurar su educación en función a objetivos trazados por sus Ministerios y que no se interesan en consensuar con nadie. Esta forma de decidir y planificar, dice McGinn, fue típica de la época de la industrialización y la centralización, pero hoy sólo consigue generar procesos ineficaces con los que no se compromete ni el propio funcionariado público. Menos los maestros.

Penosamente, para un sector del Estado concertar los propósitos y procedimientos de las políticas con docentes, familias y gobiernos regionales, para convertirlos ya no en operadores sino en agentes convencidos de la reforma, es retardatario. Mientras así piensen, los nuevos recursos tecnológicos anunciados por el Presidente correrán peor suerte aún que la admirable novela de García Márquez.

Luis Guerrero Ortiz
El río de Parménides
Difundido por la Coordinadora Nacional de Radio
Niños colombianos en Piloto de OLPC. Fotografía (c) mapisaro/ www.flickr.com
Lima, viernes 07 de agosto de 2009

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Soy docente, estudié la carrera en la Pontificia Universidad Católica del Perú; una maestría en Política Educativa en la Universidad Alberto Hurtado (Chile); y una maestría en Educación con mención en Políticas Educativas y Gestión Pública en la Universidad Antonio Ruíz de Montoya (Perú). Hice también posgrados en Terapia Familiar Sistémica (IFASIL), en Periodismo Narrativo y Escritura Creativa en la Universidad Portátil (Buenos Aires). Soy actualmente profesor principal en el Innova Teaching School (ITS) y Director de la revista virtual Educacción. Soy coautor de tres libros de cuentos: «Nueve mujeres peligrosas y un hombre valiente», «Relatos valientes de mentes peligrosas» y «Veintitrés mundos: Antología valiente de relatos peligrosos». He publicado recientemente el libro de cuentos «Amapolas en el jardín» (2022).

One Comment

  • Mariela

    Lucho, agregando a lo que tú bien dices y reflexionas. Se cree falsamente que a mayor cantidad de materiales mejores aprendizajes, lo cual queda por demás demostrado en los resultados tanto de los niños como en la práctica docente. Hasta el momento se ha hecho poco por la promoción del uso de los materiales educativos como materiales curriculares que pueden desencadenar procesos para el aprendizaje, siempre y cuando éstos se encuentren bien articulados con las capacidades curriculares que se ha propuesto como meta la docente.Además, el docente tiene que tener claras qué capacidades se desarrollan con cada material, cómo beneficia la atención diferenciada de los niños, cómo contribuye con la atención simultánea en el caso de los multigrados y unidocentes y en qué momento del proceso de enseñanza es más pertinente para generar aprendizaje.
    Gracias por tu contribución en la reflexión de este y de otros temas,
    un abrazo

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