Cuentos

Travesura

A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo.
Jean de La Fontaine (1621-1695)

Recuerdo la madrugada en que llegué a Bruselas. Salir del avión fue una experiencia atroz. Las mangas estaban ocupadas, tuvimos que bajar a tomar el bus, estábamos en cuatro grados y llovía. Nunca hubiera elegido enero para venir aquí, pero no había remedio. Todo fue tan repentino. En casa se quedó casi todo lo que me importaba. Imposible traerlo. Mis lirios, mis violetas, mis bambús, mi colección de Murakami, el libro autografiado de Betina, mis pantuflas de gato, mi disco duro, mis amigos, mi vida. A mis años, volver a empezar era impensable.

De ahí al Guest Hotel, medio dormido en el taxi por toda la Rue Stéphanie, a esperar que amanezca y mis amigos me recojan después. Estaban intrigados, pero no podía darles información por teléfono. Por suerte no necesitaba visa, tenía seis meses para resolver cómo prolongar mi estadía. No tenía idea de nada, ya se me ocurriría algo. Esa noche solo quería cerrar los ojos y no pensar más. Me había pasado las quince horas del vuelo imaginando miles de escenarios y estaba harto. Como pudo ser tan estúpido. Jamás se lo perdonaré, me arruinó la vida.

En las películas la gente en mi situación se cambia de identidad. Yo no sabía hacer esas cosas y aun sabiéndolas no me hubiera atrevido a hacerlas. Tampoco tenía contactos secretos ni estaba vinculado a ninguna red de espionaje. Estaba condenado a ser yo.

Recuerdo la historia del dueño de ese restaurante de comida vasca al que me invitaron una vez en Lima. Nos contó que fue aviador de combate en el ejército de Mussolini enviado por Franco durante la segunda guerra mundial. Cuando perdieron la guerra tuvo que huir de España para evitar la corte marcial. Hay una tumba con mi nombre en el Cementerio Municipal de Sant Gervasi, en Barcelona, nos dijo. ¿Cómo hace eso la gente? ¿Cómo podría hacerlo yo?

Mis amigos han sido tan buenos conmigo. Jordi y Montserrat, dos vascos precisamente que tienen años viviendo aquí, han sido anfitriones amorosos. Nunca les importó el riesgo. Hicimos buena amistad los años que estudiamos juntos en Louvain. Pero no podía quedarme más, los estaba comprometiendo.

Las cosas se han puesto feas en Lima. Ese estúpido sobrino, un hijo de puta. Qué pasó por su cabeza, cómo pudo hacer esa barbaridad. Y en mi casa. La adolescencia no es excusa, yo también fui muchacho e hice tonterías, pero jamás una locura como esa. Es un demente.

No era la primera vez que le dejaba al cuidado de mi casa cuando hacía viajes largos. Siempre se portó bien, nunca hizo escándalos ni invitó amigos ni se llevó nada. Yo era su tío preferido, no entiendo qué le pasó, porqué se juntó con esos miserables, porqué me embarró a mí. Lo único bueno que hizo fue avisarme. Al menos me dio tiempo de salir con lo que podía llevarme. No entiendo por qué me pasó esto a mí, yo tenía una vida, ahora no tengo nada.

Aquí en Bouillon no conozco a nadie, pero al menos estoy cerca de la frontera con Francia. No quiero vivir así, no puedo vivir así, la plata se me va a acabar, ni siquiera podré pagar un abogado. ¿Quién se va a hacer cargo? Nadie, nadie se hará cargo.

¿Qué pensaba este huevón? ¿Que era una travesura? ¿Que era algo divertido? ¿Que cobraban el rescate y listo? ¿Que yo jamás me enteraría? ¿Que sus amigos no lo iban a delatar si caían? El imbécil ni siquiera sabía que la muchacha era asmática. Se le murió. ¿Y ahora, quién me va a creer a mí?

Durante la revolución francesa, leí que Bouillon fue una república. Después pasó a ser parte de Francia. Luego se la llevó el Reino Unido y al final, terminó anexada a Bélgica. Sus habitantes deben tener una crisis de identidad terrible. Como yo ahora.

Lima, 04 de noviembre de 2022

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Soy docente, estudié la carrera en la Pontificia Universidad Católica del Perú; una maestría en Política Educativa en la Universidad Alberto Hurtado (Chile); y una maestría en Educación con mención en Políticas Educativas y Gestión Pública en la Universidad Antonio Ruíz de Montoya (Perú). Hice también posgrados en Terapia Familiar Sistémica (IFASIL), en Periodismo Narrativo y Escritura Creativa en la Universidad Portátil (Buenos Aires). Soy actualmente profesor principal en el Innova Teaching School (ITS) y Director de la revista virtual Educacción. Soy coautor de tres libros de cuentos: «Nueve mujeres peligrosas y un hombre valiente», «Relatos valientes de mentes peligrosas» y «Veintitrés mundos: Antología valiente de relatos peligrosos». He publicado recientemente el libro de cuentos «Amapolas en el jardín» (2022).

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