Ciudadanía

Pedagogía del odio

El año 2009, el director alemán Tom Tykwer estrenó una película denominada en nuestro medio «Agente Internacional», protagonizada por Clive Owen y Naomi Watts, la recordada novia del último King Kong. La cinta muestra los afanes de dos agentes del INTERPOL por desenredar la madeja de corrupción asociada a un multimillonario tráfico de armas. Muestra también su creciente perplejidad conforme el hilo los va conduciendo a las entrañas del sistema financiero internacional, de respetables corporaciones empresariales y del propio poder político. La historia, entre otras cosas, pone en evidencia la absoluta falta de escrúpulos de instituciones y personajes de cuello y corbata, dispuestos a cualquier cosa para proteger sus intereses: mentir, engañar, incriminar a inocentes e incluso asesinar a sus adversarios, siempre amparados en la legalidad.

Foro Educativo, en reciente pronunciamiento público, invoca a «descartar la  guerra sucia, donde todo vale para ganar, del actual proceso electoral». En efecto, las campañas municipales y regionales en el país han exhibido en muchos casos una pugna tan tenaz como inescrupulosa por alcanzar o conservar el poder. En algunos lugares ya ha costado vidas humanas, en otros ha servido de pretexto para resucitar odios históricos hacia determinados sectores sociales y hacia quienes consideran sus representaciones políticas, pues a pesar de una convivencia de 190 años, les molestan sus derechos y siguen sintiendo inaceptable cohabitar con ellos en la misma ciudad, respirar el mismo aire y compartir la misma nacionalidad.

El periodista Guillermo Giacosa ha dicho en su reciente columna que «mentir e incitar a la violencia movilizando nuestros miedos más primitivos es siempre repugnante y doblemente repugnante cuando se usan los medios de comunicación». Esto es, en efecto, lo que estamos presenciando en Lima en las últimas semanas, donde el juego que los medios reflejan y promueven parece ser ya no diferenciar puntos de vista sobre cómo gobernar la ciudad, sino despertar sentimientos colectivos de terror, odio y desprecio por el adversario político, convirtiendo suposiciones en hechos, y prejuicios en realidades indiscutibles.

Este espectáculo representa una escalofriante lección de educación ciudadana para nuestros jóvenes, pues los invita a ser parte de un país que segrega y excluye, donde pensar distinto es estar contra el sistema y por tanto al margen de la ley, lo que significa que puede incluso aniquilarse al diferente en «defensa propia». Algo tenebrosamente parecido al uso de los medios que hacen los ultraconservadores norteamericanos, para hacer creer a la gente que el Presidente Obama es un comunista musulmán despreciable que vino a engañarlos, robarles y someterlos.

Ciertamente, el poder ha sido siempre objeto de luchas encarnizadas a causa de furibundos odios de clase o raza antes que de motivaciones idealistas, pero también y sobre todo, como en la película de Tom Tykwer, por el control de los recursos públicos. Quienes han amasado fortunas personales con dineros, favores y bienes del Estado, han defendido siempre sus negocios y privilegios por las buenas y por las malas, antes desde las fuerzas armadas, ahora desde el poder político y los medios de comunicación. Hay demasiado que perder como para permitir que una simple elección popular los saque del juego. Luego, la llamada «guerra sucia», si es útil para lograr que los electores abominen a quienes creen que pondrían en evidencia esa oscura telaraña, no se va a detener sino a profundizar.

Hacer que nuestros jóvenes no sean presa fácil de la manipulación e intimidación de los medios y los líderes es, como señala Foro Educativo, una responsabilidad que nos compete a los educadores y en la que no podemos fracasar más.

Luis Guerrero Ortiz
Publicado en  El río de Parménides
Difundido por la Coordinadora Nacional de Radio (CNR)
Fotografía © adicted online
Lima, viernes 1° de octubre de 2010

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Soy docente, estudié la carrera en la Pontificia Universidad Católica del Perú; una maestría en Política Educativa en la Universidad Alberto Hurtado (Chile); y una maestría en Educación con mención en Políticas Educativas y Gestión Pública en la Universidad Antonio Ruíz de Montoya (Perú). Hice también posgrados en Terapia Familiar Sistémica (IFASIL), en Periodismo Narrativo y Escritura Creativa en la Universidad Portátil (Buenos Aires). Soy actualmente profesor principal en el Innova Teaching School (ITS) y Director de la revista virtual Educacción. Soy coautor de tres libros de cuentos: «Nueve mujeres peligrosas y un hombre valiente», «Relatos valientes de mentes peligrosas» y «Veintitrés mundos: Antología valiente de relatos peligrosos». He publicado recientemente el libro de cuentos «Amapolas en el jardín» (2022).

3 Comments

  • Azucena del Aguila Aguilar

    La verdad y la justicia son armas de la paz, donde no hay verdad, no hay justicia, eso es lo que como maestros tenemos que testimoniar, ya que solo el ejemplo enseña.
    Lo que estamos viendo a través de los medios es mentiras y más mentiras, manipulación descarada de la información, principios y valores trastocados repulsivamente, a toda hora y en todos los medios, haciendo de la política algo sucio, cuando debe ser la forma democrática de elegir a quienes nos van a representar en la conducción de nuestra ciudad, en la búsqueda del bien común

  • nico

    Nicolás knutzen dijo:
    Si queremos cambiar o contribuir al cambio de nuestro país y decir alto a la injusticia a la inmoralidad, al robo, a la mentira, a la violencia,pues debemos de cambiar el pensar de todos nosotros maestros, el profesor tiene una gran ventaja llegar a nuestros alumnos, si aprendieras que no sólo das instrucción, si supieras que no sólo eres una máquina de conocimientos, si entendieras que la educación es formación, valores,veríamos otra cosa y que los periodistas también tuvieron maestros pero se olvidaron de la palabra mágica, ética, ¿y tu ética maestro donde está?, pues es fácil atribuir la responsabilidad a otros, si todos los maestros hicieran bien su trabajo tendríamos ciudadanos más tolerantes, creativos, emprendedores, justos con valores y principios capaces de solucionar sus diferencias con el diálogo y no veriamos violencia por el poder, ni complejos como es la discriminación o prejuicios que nos llevan a cometer errores, recordemos que la educación es el pilar de un estado.

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