Era común ver a Josefa parada en la calle después de las ocho de la mañana, al lado de la puerta del colegio. Detrás de sus reiteradas tardanzas había siempre una misma razón: la madre debía solucionar muchos problemas en casa antes de salir a trabajar y ella debía ayudarla. Por lo demás, los escolares nunca tuvieron preferencia en el transporte público y la niña sufría cada día para encontrar un bus que quisiera llevarla. Sandra era otra víctima habitual de esa penalidad matutina que les imponía el colegio por llegar a esa hora. El problema de Sandra, en cambio, no era una madre estresada, sino su dificultad para sobreponerse…