Evaluación

Quien poco piensa, mucho yerra

Lady Mary Montagu, escritora británica del siglo XVIII, logró sobrevivir milagrosamente a una epidemia de viruela, una enfermedad letal en aquellos tiempos que ya había cobrado la vida de su hermano. De visita en Turquía, le asombró tanto el uso de la inoculación de un tipo débil del virus en personas sanas, como una forma eficaz de prevenir la enfermedad, que hizo lo mismo con sus hijos al regresar a Inglaterra. A fines del siglo XVIII, el médico Edward Jenner ensayó la inoculación del virus de la viruela de las vacas en seres humanos, logrando producir anticuerpos aún más efectivos contra la enfermedad, con menos efectos secundarios y sin contagio. A este procedimiento se le llamó vacunación. Ahora que sabe esta historia, ¿Se le ocurre una buena razón para vacunar a los niñitos contra la gripe?

Este pequeño relato, que he reproducido con cierta licencia poética, fue utilizado en la última prueba PISA, aplicada a seis mil adolescentes peruanos de todo el país, en el área de ciencias. La respuesta correcta a esa pregunta corresponde al nivel 3, en una escala que va del 1 al 6. En el nivel 3, los jóvenes debieran ser capaces de seleccionar en una historia como esta, los hechos y nociones que le permitan explicar, por ejemplo, la función de la vacunación respecto de las enfermedades producidas por un virus, aplicando una estrategia de indagación simple en el propio texto. Como la pregunta no es sobre la viruela sino sobre la gripe, debieran poder interpretar los hechos relatados y algunos conceptos científicos -como inoculación o anticuerpos– y aplicarlos directamente a este otro caso.

Es interesante comparar esta capacidad en el ámbito de la ciencia, con la que corresponde al nivel 3 de la prueba de comprensión lectora. Si pudiésemos utilizar el mismo relato, estaríamos en el caso de un texto donde el argumento que pide la pregunta no es tan notorio, pues el relato presenta mucha información que podría distraer de lo esencial. A pesar de eso, en el nivel 3 los estudiantes debieran reconocer la idea principal, realizando conexiones y comparaciones de significados para construir una explicación. Debieran, además, poder relacionar esa explicación con conocimientos previamente adquiridos en su propia experiencia, por ejemplo, en la epidemia de influenza del año pasado.

Los resultados de la última prueba PISA revelan que 9 de cada 10 jóvenes evaluados en el Perú, no son capaces de acertar en la respuesta a desafíos intelectuales de esta naturaleza. Se situaron debajo del nivel 3 el 90% en ciencias, el 90.4% en matemática y el 87% en comprensión lectora. Tomemos nota que los adolescentes con competencias lectoras por debajo del nivel 3 llegaron al 51.6% en Argentina, a 47.1% en Colombia y a 30.6% en Chile.

Creo que estas profundas deficiencias están poniendo en evidencia como problema principal de nuestro sistema educativo no la alfabetización lectora, sino su incapacidad estructural para posibilitar a los estudiantes aprender a pensar. Las competencias del nivel 3 en ciencias, lectura y matemática no demandan recordar y reproducir información, que es lo que las escuelas continúan privilegiando sin disimulo, sino analizarla de manera racional. El nivel 3 de PISA en matemática también requiere saber «interpretar y utilizar representaciones basadas en diferentes fuentes de información y razonar directamente a partir de ellas».

Llegar al nivel 3 en estos ámbitos supone algo fundamental pero absolutamente ajeno a la tradición escolar: aprender todo lo que demanda el currículo, incluso el arte o la historia, interpretando y relacionando información muy persa, elaborando síntesis coherentes de sus aspectos esenciales para construir en base a ellas respuestas a desafíos específicos. Entre ahora a cualquier escuela pública y constate que, salvo contadas excepciones, esta manera reflexiva de aprender es surrealismo puro. Recuerde esto cuando le digan que en nuestro país se está viviendo una auténtica reforma educativa y que en PISA nos fue mejor que a todos.

Luis Guerrero Ortiz
Publicado en El río de Parménides
Difundido por la Coordinadora Nacional de Radio (CNR)
El pensador, de Auguste Rodin. Fotografía © tonialon/ www.flickr.com
Lima, viernes 18 de febrero 2011

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Soy docente, estudié la carrera en la Pontificia Universidad Católica del Perú; una maestría en Política Educativa en la Universidad Alberto Hurtado (Chile); y una maestría en Educación con mención en Políticas Educativas y Gestión Pública en la Universidad Antonio Ruíz de Montoya (Perú). Hice también posgrados en Terapia Familiar Sistémica (IFASIL), en Periodismo Narrativo y Escritura Creativa en la Universidad Portátil (Buenos Aires). Soy actualmente profesor principal en el Innova Teaching School (ITS) y Director de la revista virtual Educacción. Soy coautor de tres libros de cuentos: «Nueve mujeres peligrosas y un hombre valiente», «Relatos valientes de mentes peligrosas» y «Veintitrés mundos: Antología valiente de relatos peligrosos». He publicado recientemente el libro de cuentos «Amapolas en el jardín» (2022).

3 Comments

  • Patricia

    Totalmente de acuerdo con tu análisis Lucho. El problema sigue siendo el mismo, nuestro sistema educativo es aún incapaz de enseñar a los alumnos a aprender a pensar e insiste, a pesar del discurso, en la cantidad y la repetición.

    También en la universidad se puede ver cómo muchos alumnos de primer año enfrentan una lectura sin ninguna estrategia cognitiva, leen una y otra vez el texto y no llegan a comprenderlo…Pero eso sí, son siempre "muy críticos". Por su parte, algunos docentes asumen que "enseñar a pensar" no es su tarea.

    Pienso además que no necesariamente somos conscientes de la naturaleza y la magnitud de la tarea "enseñar a pensar" y que quizás habría que promover más la reflexión y estudio sobre el tema en todos los sectores, en docentes, en alumnos, en la familia… Es decir, pensar más para errar menos.

    Un abrazo

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    luisguerrero

    La reforma curricular en el Perú se inicia en los 90 acompañada de un discurso épico, muy esperanzador respecto a la posibilidad de abrir caminos nuevos hacia horizontes más ambiciosos a las generaciones del tercer milenio. Quince años después, está ahogándose en sus propias ambigüedades, vacíos e imprecisiones, y reduciéndose en los hechos a un programa alfabetizador, que pudo levantarse hace más de una década sin necesidad de mayores reformas, pues se reinscribe en los viejos énfasis de la ortodoxia escolar.

    Creo que sin metas ambiciosas mucho más claras, sin cambios profundos en la pedagogía ni una reforma a fondo del enfoque de la formación docente, hasta los leves progresos en comprensión lectora encontrarán su techo. Cuanto más le exijan a los muchachos hacer uso de la cabeza para encontrar y relacionar lo esencial de textos algo más densos y un poco más extensos, empezará la migraña.

    Aprender pensando es un paradigma opuesto al aprender repitiendo. Pero el segundo es tradición y las políticas educativas no le han infligido ni un rasguño. Por lo demás, ¿En cuál de los dos se basarán las actuales capacitaciones docentes?

    Gracias por sus comentarios

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