El efecto Lucifer

Este libro que perseguí por aire, mar y tierra hasta encontrarlo en una pequeña librería de Barcelona, días antes de la pandemia, es estremecedor y terriblemente ilustrativo de lo que somos o podemos llegar a ser bajo ciertas circunstancias. Se llama «El efecto Lucifer: el porqué de la maldad» de Philip Zimbardo. No es un ensayo, es el resultado de una investigación sorprendente.

El libro da cuenta de los resultados de un experimento social desarrollado con 24 estudiantes de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) a inicios de la década del 70. Los jóvenes seleccionados no tenían antecedentes delictivos, eran emocionalmente equilibrados y gozaban de amplia aceptación social. Se creó una «cárcel» en los sótanos de la universidad y se les asignó distintos roles: a unos el papel de guardias y a otros el de presos. Ambos fueron vestidos con las indumentarias y artefactos típicos de una prisión verídica. Se les dio licencia para actuar sus roles de forma absolutamente libre, prohibiéndoles solo la agresión física. Fue entonces que los estudiantes que actuaban de prisioneros empezaron a ser objeto de vejaciones, abusos y humillaciones cada vez más frecuentes, se les hizo incluso pasar hambre y el trato sádico de sus «guardias» se fue haciendo más y más intenso. El experimento se suspende antes de lo previsto, debido al maltrato extremo del que estaban siendo víctimas los «prisioneros», hasta cruzar incluso el límite de la deshumanización.

Suárez Marillo lo reseña así: «El estudio de Zimbardo puso de manifiesto lo fácil que resulta que una «buena persona» actúe con maldad o de manera inmoral dependiendo del entorno y las circunstancias, que los impulsos arcaicos siguen siendo muy fuertes, y que situaciones extraordinarias –como la guerra o un encarcelamiento prolongado– pueden abrir fácilmente canales que permiten manifestarse a los mismos». Según palabras de propio Zimbardo: «Si colocamos a gente buena en un lugar malo ¿la persona triunfa o acaba siendo corrompida por el lugar?… La línea entre el Bien y el Mal, que antes parecía impermeable, ha demostrado ser muy difusa». El autor demostró «El impacto potencialmente tóxico de la maldad de ciertos sistemas y situaciones para hacer que unas personas buenas se comporten de manera patológica ajena a su forma de ser… Los Sistemas son como motores: ponen en marcha situaciones que crean contextos conductuales, unos contextos que influyen en la actuación de quienes se hallan bajo su control».

Después de leer este libro podremos comprobar que la maldad puede surgir en nosotros bajo influencia de determinadas circunstancias y que puede resumirse en una conducta dirigida a dañar, humillar o destruir deliberadamente a personas inocentes y en desventaja, o a consentir y alentar que otros lo hagan por nosotros. Podremos comprobar, además, que ciertos sistemas de los que podemos llegar a formar parte, son capaces de conducir a personas buenas a hacer no solo cosas absurdas sino crueles e inmorales. Respiren hondo y sumérjanse con valor en sus más de 600 fascinantes páginas.

Lima, 16 de julio de 2020

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